jueves, 4 de febrero de 2010
El hombre es sapiencia y es demencia: no puede prescindir de la razón, pero mucho menos de la animalidad vinculada a la sensibilidad y a la imaginación. Si la razón controlara a las pulsiones, viviríamos en un mundo carente de sueños e invención. En síntesis: no hay inteligencia sin afectividad. O lo que es lo mismo: la racionalidad extrema nos condenaría, paradójicamente a la locura total.
Edgar Morin
Edgar Morin
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